Él es James Cook, de Inglaterra, estudiante de arquitectura con un talento muy peculiar: crea obras de arte y retratos usando las, casi olvidadas, máquinas de escribir. Para él es una buena forma de recordar y que no se pierdan ante tanta tecnología:
‘La gente no tiende a darlos en tiendas de caridad, o los rechazan porque no funcionan bien o se pierden con el tiempo. Para mí, una máquina de escribir defectuosa a menudo puede funcionar bien en términos de usarla como herramienta para crear arte’.
Aquí algunas de sus obras: