Los tiempos actuales han exigido que las sociedades incorporen un concepto muy importante en todos aspectos: sustentabilidad. La sustentabilidad quiere decir lograr que algo se sostenga, que no se pierda ni se termine, o en otra palabra, que se conserve. Esta idea y práctica que ha emergido a partir de los efectos negativos de las prácticas humanas sobre la ecología tiene que comenzar por cada uno de nosotros para que realmente sea efectiva, es decir que tiene que convertirse en una forma de vida. ¿Se ha preguntado usted qué tan sustentable es su manera de vivir? Sustentable no refiere nada más al ámbito medioambiental, sino que involucra todo cuanto hacemos, pensamos y sentimos.
Ser sustentable es, por ejemplo, tener buenos modales y educación para dirigirnos a los demás, ya que el respeto mantiene las buenas relaciones, es decir que las hace sustentables. De igual manera en el trabajo o los negocios, si únicamente se busca multiplicar el dinero y acumularlo operando sobre bases injustas, inequitativas, y malas prácticas que no busquen el bienestar común, esa dinámica no sustentable tenderá a destruirse a sí misma tarde o temprano. Las recomendaciones y preceptos de las religiones, y también de los protocolos básicos de civismo son prácticamente manuales de sustentabilidad: hacer el bien sin mirar a quién, sembrar cosas positivas, respetar la autoridad, o la noción de una fuerza superior que contiene a todo lo demás, procurar al prójimo, etc. son las prácticas que hacen que la fibra de ser humano se sostenga y siga existiendo.
Ser sustentable es educar cabalmente a las nuevas generaciones, provisionándolos con límites y disciplina, enseñarles a resistir la frustración, a cometer errores, a tropezarse y volverse a levantar, con esfuerzo, trabajo, sano sacrificio y la satisfacción de lograrlo por sí mismos, porque eso es verdadero amor, y el amor es la sustancia de lo sustentable, porque el amor sostiene la vida, pega la vida, y nos mantiene unidos a la Tierra. Pensar sustentablemente es limpiar las ideas, llevarles agua clara, nuevos conceptos y más conocimiento, entrenando el pensamiento para crear, y proveernos de conceptos inspiradores. Sentir sustentablemente es dejarnos emocionar por las cosas sublimes, por la belleza de la naturaleza, por las creaciones humanas que roban el aliento, sumergirse en las emociones que valen la pena, y aprender a abandonar las que no.
Hacer sustentablemente es actuar por un bien mayor y no como una pieza aislada que se basta a sí misma, porque no hay nada más alejado de la realidad: somos únicos, pero vivimos en unidad, somos individuos pero pertenecemos a un todo más grande. La sustentabilidad más que un concepto nuevo o de moda es una actitud ante la vida que nos asemeja más a un maestro o maestra creadores de su realidad y nos aleja de la mentalidad parasitaria que exige y pide más de su familia, de su sociedad, pero que no está dispuesta a dar nada, que espera a que la rescaten y que además cree que lo tiene merecido. Ser sustentable es madurar, crecer, aportar, restar menos y abonar más, ser responsable en todo sentido y en todo momento. La sustentabilidad es la base de la vida, y con ella, la clave de nuestra supervivencia como especie.