Muchas veces se piensa que atravesar un oscuro periodo de la vida se sobrelleva mejor con una mente positiva, y aunque esto no es falso, sí es verdad que no basta únicamente con mantener la mente en positivo, a veces peligrosamente acercándonos a la negación.

El #EfectoPositivo es en realidad una manera de afrontar el dolor, las noches tristes del alma, y aquellos eventos por los que jamás quisiéramos pasar, con los ojos abiertos, con el corazón dispuesto, con el espíritu enaltecido, con toda la valentía de la que seamos capaces, y con toda la voluntad hacia los tremendos aprendizajes que se originan de lo más negro, perverso, e inconsciente del ser humano. Es querer meterse a la alberca por completo, sabiendo que aprender a nadar no se logra sumergiendo sólo la punta del pie.

Por contradictorio que parezca, se genera un efecto positivo mucho mayor si estamos dispuestos con toda el alma a querer ver: la verdad, lo real, lo cierto, lo que hay, lo que es, y de ahí partir para que no sólo nuestros pensamientos, sino principalmente nuestras acciones sean construcciones de la siguiente etapa en nuestro camino, pero con la materia prima de todo el nuevo aprendizaje que nos haya dejado la tormenta. La naturaleza nos muestra esto con toda nitidez al dejar ver la fase más oscura de la noche justo cuando está a punto de asomarse el primer rayo de sol.

Ser extremadamente pesimistas o exasperantemente optimistas es de igual manera la raíz del drama, porque lo queramos ver de frente o no, la cualidad del mundo material es siempre una combinación equilibrada de ambos polos. Nada es completamente negro ni completamente blanco, y siempre está en constante dinamismo.

A veces se sale más rápido de un estado tenebroso mirándolo directo a los ojos, abrazándolo por completo, asumiendo la responsabilidad completa por lo que nos toca, estando dispuestos a conectar causas con sus efectos, siendo sumamente honestos con nosotros mismos, dejando de querer la aprobación y el reconocimiento de los demás, que jugando al juego de la negación, del martirio, del victimismo, del chantaje y de la manipulación.

La fibra de la realidad en esta dimensión parece tener encuentros con lo más inimaginable del horror y al mismo tiempo con las emociones más sublimes, y no es ni huyendo de lo primero ni apegándonos a lo segundo que logramos avanzar en una espiral evolutiva. La capacidad de inteligencia va puliéndose con los aprendizajes de la conciencia y tener los ojos cerrados ante algo es un acto de inconsciencia que nos impide atravesar una experiencia dolorosa.

Por eso es que hay etapas o destinos en los que parece no pasar el tiempo más que el deterioro físico, o repetirse exactamente lo mismo cada día, pero no es porque en realidad sea así sino porque el efecto de la negación es tan poderoso que rescribe la misma historia cada vez.

Mantener la fe, la esperanza y la convicción de que las cosas no son permanentes y que de nuestro arrojo para abordar esa sencilla pero poderosa frase: la vida sigue, depende en gran medida trascender las experiencias queriendo ver todos los aspectos de la mágica creación y no sólo unos cuantos.

Al final cómo podríamos conocer la naturaleza de la paz, del amor, de la generosidad, de la unidad, del respeto, del gozo, de la gratitud, si no probamos sus contrarios, pero además, los probamos con total apertura, disposición y madurez. Eso es crecer, y de eso se trata ser realmente positivos. 

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