La popular frase “tómelo con filosofía” puede ser un elevador del ánimo que nos permita subir al siguiente escalón tratándose de un momento difícil que nos empuja para abajo. Aligerar la carga de pensamientos y emociones que, además de lo complicada que puede ponerse una situación, son un yunque que nos lleva al fondo, es el botiquín de emergencia para no decaer al punto en el que casi no se ve la salida.

Evite dejarse ir tan abajo. Una cosa es permitir que lo que debe descender o haga, y otra echarle más piedras al costal. Ver las cosas con filosofía puede traducirse en hacer un recuento de todo el #EfectoPositivo que estamos impedidos de ver cuando viene la vorágine. Tomar los lentes del que mira de lejos, como con binoculares, y está contemplando el paisaje por entero.

Imagínese como un pequeño punto de luz dentro del vasto universo, y redimensione el impacto de aquello que le acontece. Si algo le entristece, déjese vivir el sentimiento, pero en lugar de convertirlo en depresión, elévelo al siguiente piso que puede ser la indignación, porque de ahí surge más fuerza y más acción. Nadie estamos exentos de pasar por la amplia gama de situaciones para experimentar la aún más amplia gama de emociones humanas, pero sí podemos por medio de la conciencia convertir esa energía en movimiento (e-moción) en un giro más dinámico y que tenga salida para ir conduciéndose hacia su propia transmutación.

Del enojo pase a la acción, y de la acción al cambio. Entonces es posible ver muy claramente cómo se sustenta esta noción de que todo tiene un propósito y viene con una enseñanza. Hay veces que un problema tremendo, dirigido de manera consciente y con buena voluntad, termina en una joya en nuestro tesoro personal. Casi todos los casos de éxito o realización provienen de una gran espina. Tomarlo con filosofía, es ponerle perspectiva, muy similar a tener un pedazo de barro e imaginar cómo y qué hacer con él. Es movernos irremediablemente a esa área del cerebro que es capaz de inspirarse de algo más grande, más inteligente, más sublime, más pulido, más elevado, para resolver desde otro nivel.

Incluso, verlo con filosofía es añadirle humor, que puede considerarse como el gran distintivo de la consciencia humana. Cuando logramos llevar en canal directo eso que nos oprime, al humor negro, es decir, a reír de nuestra propia tragedia, ya estamos del otro lado. No quiere decir que todo se resuelva mágicamente, pero sí que añadimos ese ingrediente casi mágico que nos facilitará el camino con un cambio de 180º en la actitud mental.

Tómelo con filosofía, o sea, sabiamente, con conocimiento, con información valiosa, con la inspiración de las revelaciones de mentes brillantes, del lado de las artes, y eso despegará la visión unilateral o desde el mismo punto focal. Las cosas en una constante tienen 360º desde dónde observarse, y moverse en la superficie de la esfera, es también tomar las cosas con filosofía. Pero sobre todo recuerde que aunque todo se ponga negro, siempre habrá un punto de luz que cuando menos se lo espere, iluminará toda la situación. Tomarlo con filosofía es el radar que puede llevarnos mucho más rápido a esa luminaria. 

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