A veces los retos y lo que llamamos problemas pueden llegar a ser tan abrumadores que perdemos cualquier perspectiva de una solución al menos a corto plazo. Es en ese enfoque que sentimos, como dice nuestro sabio refranero, que -casi literalmente- se nos viene el mundo encima. Es justo ahí que debemos tomar un hondo respiro y mirar el asunto desde otra perspectiva. Al menos para salir del paso rápidamente, elevar nuestra visión lo más posible ayuda de increíble manera para dejar de sentirnos tan mal.
Así que eso que tanto le carcome el alma, que le duele, que le abruma, que le causa insomnio, preocupación incesante, dolores de cabeza, ansiedad o tristeza, póngalo en perspectiva. Ubíquese como un punto cósmico diminuto en un Universo tremendamente más grande de lo que la imaginación pueda concebir, en un tiempo infinito que tampoco tuvo un inicio, y un espacio que abarca todas las dimensiones.
Ubique su problema en el mismo mapa, como si hubiera ocurrido hace millones de años, o hágalo viajar hacia lo que llamamos futuro, un millón de años después. Casi de manera inmediata podrá notar que su mente se ensancha, que se hace un espacio en su pecho, que se abre una ventana interior para dejar entrar aire fresco y luz a través de la amplitud de la vida, de un Universo incesante, de un morir y renacer eternos.
Amplificar el punto de vista evitará que caigamos en la generación del drama, porque su punto de partida siempre es ver sólo un espectro pequeño, normalmente ego-centrado, y recuerde que el drama es la asidera del sufrimiento. No quiere decir que se reduzca la pena o el dolor que naturalmente algo puede causarnos, ni que demeritemos que estamos atravesando una lección de grandes dimensiones, o que pensemos que esta es la única perspectiva que debemos abordar y nos quedemos pegados en esa visión.
Habrá un momento en el que tengamos que aterrizar, es decir, recordar y asumir que estamos en la Tierra, en este plano material con todos sus encantos y desencantos, para entonces accionar con valor y precisión. Pero mientras logramos retomar la fuerza y la neutralidad para tomar resoluciones, primero debemos salirnos de ese derrumbe interno que nos aplasta, a veces a tal grado que sentimos que nunca terminará, y tomamos otras salidas falsas como las adicciones, o cualquier forma de evasión.
Poner las cosas en perspectiva es una manera de empatía y comprensión, pues permite que giremos sobre la circunferencia para ponernos en los zapatos de otras personas, y también del Universo. ¿Cómo le parece mi problema al Universo? ¿Cómo me ve Dios? ¿Qué tanto caos puede provocarle al Sol que esto haya pasado?
Sin querer decir que somos insignificantes, sino todo lo contrario, abordar la perspectiva del infinito, de eso que concebimos mucho mayor y que nos contiene a todos, de aquello que nos abarca, nos inunda, nos abraza, y que por lo tanto es capaz de volver a hacer las cosas nuevas, es un bálsamo a una herida ardiente recién abierta.
Al final, todo es cuestión de perspectiva, y si podemos probar esta manera de ver aquello que tanto nos está lastimando, probablemente le pueda dar una buena dosis de primeros auxilios. Reflexione: eso que le ha sacado tantas canas, ¿seguirá existiendo en un siglo? Entonces, por qué se agobia tanto. Desde otra perspectiva, la vida se ve mucho mejor.