Sin duda alguna y sin titubeos, la vida es bondad, y por lo tanto, –si es que hay que poner una etiqueta- somos más los buenos ¡siempre! Tal vez resulte difícil de creer cuando todo alrededor parece ir de mal en peor, pero recordemos que el hecho de la vida misma, de que usted y yo estemos aquí, es una ocasión de infinita bondad. Equipare usted a la bondad con la materia prima de la que se hace una hermosa escultura, así la bondad es el material con el que se construye un mundo de inimaginable belleza. Casi todas las corrientes místicas coinciden en que la oscuridad es ausencia de luz, o que la enfermedad es disminución de salud, que el odio es carencia de amor, pero en general es un principio de bondad, una fibra de absoluta benignidad de la que sólo emanan creación y expansión. Hasta los diseños humanos más terroríficos provienen de la gran bondad de la vida al dejarnos elegir qué y para qué crear.

Incluso permitirnos elegir un camino de auto-destrucción es el respeto más amoroso que puede existir y por lo tanto tiene detrás la interminable bondad de dejarnos experimentar esta realidad como verdaderos creadores, o sea, viviendo los frutos de nuestras creaciones. La naturaleza bondadosa del Universo, del ciclo de vida y muerte, es la garantía de que aún y en los tiempos más oscuros lo bueno es más, porque todo lo denominado malo tiene de fondo un bien oculto. La pregunta a hacerse aquí no es si existe el bien o el mal, sino qué tan conscientes somos del punto del camino en el que estamos, y si queremos seguir yéndonos por un empedrado laberinto o por una vía más directa; o si queremos caminar como si no existieran las leyes universales y darnos de topes contra la pared por las mismas razones una y otra vez.

La bondad para dejarnos ser malos o experimentar lo más oscuro de lo oscuro, está ahí, y es lo más inacabable que existe, la decisión es enteramente nuestra. Una buena práctica es siempre reconocer el bien, la bondad o lo bueno, o si prefiere llamarle luz, divinidad o equilibrio, en todo lo que rodee su vida, en cualquier persona, situación u objeto. De esta manera le estará dando un lugar y con esto le abrirá un espacio no sólo para que se muestre, sino para que lo vea hacerse evidente y grande ante sus ojos. Si parece no encontrar nada, comience por apreciar que en su propio funcionamiento biológico hay enormes dosis de bondad, en cada latido del corazón, y en cada emoción por mala que parezca, pues el sencillo principio de poder sentir es un acto bondadoso.

Creer en que los buenos son más, no es hablar de cantidad sino de conciencia. Quiere decir que si 10 son los malos pero 1 es un gran creador de bondad, su efecto positivo vale por 10. Ábrale la puerta a la bondad, no como un concepto bobo o para ganarse el cielo, sino para construir su propio paraíso en la Tierra al alinearse más a lo que la vida en verdad es y de esta manera poder experimentar el más grande éxtasis al imitar a la creación. Tenga fe y convicción en lo bueno, hable de eso en sus conversaciones, reprodúzcalo de cualquier manera. Opere bajo el principio del gran sabio que dijo: conviértete en eso que quieres ver en el mundo.

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