Muchos creemos que “libertad” significa hacer y decir lo que nos venga en gana, a la hora que queramos y donde nos plazca sin importar si afectamos a otros con nuestras acciones o si lastimamos con nuestras palabras. ¿Hasta donde podemos medir nuestra libertad de ejercer nuestro derecho por el simple hecho de ser como somos y punto, pasando por encima de los demás?

En realidad libertad significa no ser esclavos o presas de situaciones, circunstancias cotidianas o de lo que por años llevamos arrastrando. Todos sin excepción a diferencia de lo que conocemos como “libertad”, no somos libres del todo más bien somos esclavos en niveles distintos de nuestro egoísmo, traducido en… distintas formas de ser.

Para ser más claros, aquí comenzamos con la pregunta ¿Tú que tan libre eres? Qué tan libre eres de tus miedos que no te dejan avanzar o te paralizan al momento de tomar una decisión, de las máscaras sociales que nos ponemos todos los días para ganar el reconocimiento del jefe, la pareja, amigos y familiares. ¿Eres esclavo de tus celos, de la envidia hacia los demás, de la ira cuando vas al volante o cuando alguien te toca un punto sensible, te detona y te hace estallar, de tus reacciones? De los apegos al no poder vivir sin la persona que amas, del control que deseas tener sobre tu pareja o amigos. ¿Eres esclavo de la constante necesidad de tener la razón por sobre todos? ¿Vives prisionero del orgullo, del rencor que no te deja pasar al siguiente nivel y perdonar, de los proyectos inconclusos, de la apatía, de sentirte menos, de las dudas? ¿Eres esclavo de la flojera, de la desidia que te invade cada día al querer levantarte a hacer ejercicio, eres presa de los malos hábitos, de las mentiras, de tus límites auto impuestos, de tus creencias que no te dejan ser flexible y abrirte a nuevas experiencias o puntos de vista?. ¿Vives prisionero de tus adicciones no sólo a utilizar drogas, a los cigarros o al alcohol sino adicto a una relación que no te deja avanzar, a robar no sólo cosas materiales sino tomar la energía de otras personas, a robar el tiempo de los demás. Eres esclavo del dinero, de la preocupación de tu situación económica, del pretender ser alguien que no eres, de las apariencias, de la adulación, de tu ego…? ¡Y la lista puede continuar!

Esta semana es un buen momento para hacer una introspección acerca de las cosas en las que somos esclavos, trabajar en ellas y experimentar la verdadera libertad, dejando atrás aquellas cosas que llevamos años en tratar de modificar y que no hemos podido. Depende de cada uno de nosotros actuar y lograrlo, trabajar en nuestra lógica que nos dice que nada puede cambiar, de nuestros 5 sentidos que constantemente nos engañan y nos dice que las cosas son como son y no hay más… incluso una enfermedad.

Entonces, ¿qué tan libre eres en verdad?

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