México lindo y querido, como ya lo dijo la canción, te damos gracias, enormes GRACIAS, por ser un territorio tan generoso; gracias porque nos has contenido tan amablemente, porque nos has dado todo lo que has podido y más, nos has provisto, nos has regalado los más hermosos paisajes, con todos sus ecosistemas, especies, con todas sus extensiones de riqueza cultural, ancestral, de mezclas perfectas para una cultura excepcional, sumamente diversa y tremendamente cálida; porque tus tierras nos han alimentado, nos han dejado vivir aquí, incesantemente, dando, y dando, y dando, dando…
Porque eres así, y tal y como eres nos has dejado prevalecer con todas nuestras faltas, fallas, ignorancia e inconsciencia; por eso: ¡perdónanos México! Perdónanos a todos y cada uno de los seres humanos que hemos nacido, crecido en y obtenido algo de ti, y que no hayamos sabido apreciar tu nobleza, tu benignidad y lo inmenso de tu sabiduría; perdónanos profundamente México, por confundir bondad con sumisión, e incondicionalidad con imbecilidad; perdónanos una y mil veces, por haber profanado en tus centros: en los centros de los corazones hechos de la raza cósmica, la tierra mágica que nos fue otorgada.
Perdónanos por cada acto malhabido, por cada que elegimos pésimamente mal, prefiriendo corromper con cada acción pequeña a una enorme nación; perdónanos por la total ignorancia con la que no medimos las consecuencias de nuestros actos de egoísmo puro y de poder maltrecho; perdónanos por sembrar en tus tierras fértiles esos frutos amargos que ahora se prueban hasta en las mesas menos pensadas; perdónanos por ser tan malcriados, como esos niños berrinchudos a los que se les da todo sin dirección, o se les mantiene maleducados; perdónanos por no tener llenadera, por abusar, por parecer tan adictos a ti, que queremos acabarlo todo. Perdónanos por cada palabra lanzada contra ti y contra tus hijos, por cada crítica destructiva, por no reconocerte ni reconocernos, por nuestros complejos de inferioridad; perdónanos por haber marcado tantos escalones en nuestro crisol social, y por discriminarnos solos, por separarnos, por no tomarnos unos a otros como la gran familia que nos regalaste; perdónanos por negar tu arte y a tus artesanos, y por nuestras estúpidas pretensiones de querer ser lo que afortunadamente no somos; perdónanos porque eres tan generoso que -en tu tierra donde las cosas se multiplican y se convierten en fructíferas- por cada mal sembrado se hicieron miles y aquí nos tienes amado México intentando solucionar la abundancia de sus consecuencias.
Perdónanos a todos y a cada uno: políticos, funcionarios, servidores públicos, privados, empresarios, trabajadores, ciudadanos, por cada tonelada o grano de arena que hayamos puesto para lastimarte, para herirte y enfermarte, con cada acción y decisión, porque seguramente todos hemos recibido mil veces más de lo que te hemos dado; perdónanos México sagrado por ser tan ignorantes a la verdad de que en tu regazo y bajo tu cielo todos valemos lo mismo, y lo que nos separa es una sola condición: saber amarte o no.