No sé ustedes pero yo me rehúso a vivir prisionera del miedo, me niego a vivir acostumbrada a la violencia diaria, a que el pan de cada día sean las muertes, los desaparecidos, los asaltos, la delincuencia e inseguridad en las calles de mi ciudad, en mi país o en cualquier parte de mundo.
Al enterarnos de noticias dónde inocentes pierden la vida sean niños, adolescentes o de cualquier edad, no dejo de sentir un profundo dolor y frustración al no entender ¿Por qué?. ¿Por qué tiene que ser de esa manera, por qué nos creemos con la autoridad y el poder de hacerle la vida miserable a otros, por qué hay tanta intolerancia y tanto odio gratuito? Lamentablemente al voltear a mi alrededor, incluso cuándo logro verme a mi misma y sobretodo comenzando conmigo misma, entiendo el por qué… Deberíamos comenzar a juzgar menos y dejar de empecinarnos en tener la razón.
Ya que todo suma, lo mismo aplica para el lado positivo que para el negativo. Somos capaces de unirnos para destruir a alguien en redes sociales pero tan incapaces de unirnos para generar más acciones en beneficio de los demás.
Al ver las noticias en Facebook acerca del atentado en Manchester dónde hasta el momento han muerto 22 “seres humanos” y muchos más resultaron heridos y marcados de por vida, no pude dejar de sorprenderme de la cantidad de íconos de “Me Divierte” que rondaban en el video, al igual que las burlas y los comentarios lascivos hacia lo ocurrido, algunos comentando “se lo merecían”… ¿Y quiénes somos nosotros para decidir quién merece vivir o morir en una situación semejante?
Claro que esto indigna, entristece y llena de rabia a la vez, pero a pesar de esto, con la cabeza más fría y con un entendimiento más claro, no puedo ver otra cosa más que una gran falta de compasión y de dignidad humana que no se adquiere sólo al postear #PrayFor (el lugar del mundo que sea), pero en efecto debemos orar, debemos pedir, no sólo por los inocentes que perdieron la vida, los heridos y las familias afectadas y no sólo por las víctimas de ayer. Es momento de orar por el mundo entero y por todos nosotros, por que francamente y sin el afán de darle peso al pesimismo, para dónde volteemos está de cabeza y las buenas acciones son empañadas con tanta violencia e injusticias.
Es momento de orar comenzando por nosotros mismos, pidiendo tener la capacidad y conciencia de ver lo que debemos cambiar, pedir tener la fortaleza y sabiduría para poder darle la vuelta a nuestra estrechez de mente y corazón, dejar de actuar egoístamente, poder sanar nuestro entorno, nuestras relaciones, tener la capacidad de dejar de lado tanto orgullo y la humildad para pedir disculpas a quienes hemos dañado, aceptar que no lo sabemos todo, aprender las lecciones y no repetirlas. Es momento de hacer un acto honesto de conciencia, aceptar nuestros errores y corregir, es momento de una transformación interior comenzando con lo básico y de raíz con los que tenemos a lado. Es momento de hacer equipo y convertirnos en humanos que velan por otros humanos, cuidarnos los unos a otros, ser respetuosos, tolerantes, compasivos y sí…es momento de pedir por todas aquellas personas que no conocen otra forma de vida que no sea violencia. Es tiempo de pedir por quiénes a sangre fría y por las razones que sean, y que no conocen más que las suyas, le quitan la vida a otros. Pedir que tengan la posibilidad de ver que existen otras opciones de vida y que cambiar es su elección así como lo es para cada uno de nosotros, y que, aunque realmente lo que les deseemos de primera mano sea lo peor, tengamos la capacidad de ver que con más odio no se soluciona nada.
Como les he expresado en otras ocasiones, nos hace falta mucho por hacer en lo individual para que se refleje en una masa crítica, pero por algún lado hay que comenzar y ese lugar es con nosotros mismos, con nuestros propios odios, rencores y resentimientos, con todo aquello que vamos arrastrando del pasado que no nos deja avanzar y a la par ser más generosos y compasivos con los que nos rodean. No importa a quién o qué ores, reces o pidas, ni en lo que creas, pero ES MOMENTO.