Creemos que la felicidad llegará a nuestra vida cuando… encontremos pareja, tengamos la casa de nuestros sueños, nos casemos, compremos al auto que deseamos, bajemos de peso, tengamos hijos, el trabajo ideal, seamos millonarios, tengamos reconocimiento, fama, poder y la lista sigue pero, en realidad cuánta gente conocemos que tienen todo esto y mucho más y no… Tampoco son felices, incluso son los más infelices del planeta y su vidas son un caos.

Y es que viéndolo desde el punto de vista de las enseñanzas de la Kabbalah, no se trata de lo que obtenemos de la vida, de los regalos que vienen incluidos con ella, los dones y habilidades otorgados, justo se trata de lo que hacemos con todas esas bendiciones y regalos.

También y en mi propio entorno crecí escuchando (y hasta la fecha), “El día que gane la lotería voy a ayudara todos”. ¿Por que no comenzar ahora, con lo mucho o poco que tienes?. Como dice Karen Berg, “la manera en la que retribuimos al mundo le da forma a nuestra vida, nos define como seres humanos y origina felicidad desde el interior”, es decir, ¡felicidad! Felicidad de esa que nos hace sentir plenos, felicidad de la que alegra el corazón.

Karen, describe la dinámica con la siguiente parábola: Un hombre que se perdió en el mar. Buscaba la costa sin cesar, pero al no encontrarla, se asustó. Con miedo, clama al Creador: “Dios, si me ayudas a encontrar mi camino a casa, dedicaré mi vida entera al estudio. Seré una persona más espiritual. Compartiré mis bendiciones con los demás. ¡Daré dinero a los pobres y ayudaré a alimentar al hambriento!”. Justo en ese momento, en la distancia, ve tierra. Llora lágrimas de felicidad, y vuelve a clamar al Creador: “Oh, ¡olvídalo! ¡Encontré la costa yo solo!”.

Francamente, muchos tenemos un poco de este hombre, ¿o no?. ¿Cuantas cosas y promesas olvidamos al momento en que nuestras peticiones ha sido escuchadas, especialmente cuando atravesamos por un momento desesperado? Incluso ¿Cuántas veces creemos que nosotros solitos encontramos la solución al asunto por que somos muy inteligentes?… Si esta bien, eres muuuy inteligente pero… ¿Quién te ha dado esa inteligencia? ¿Gracias a quién eres tan inteligente? Y sobre todo, ¿Para que empleas esa inteligencia?

El punto aquí es que no tenemos que esperar a que las cosas sucedan de cierta forma “favorable” para nosotros para poder compartirlas, tal vez ya lo son pero no las apreciamos… Es como esperar la ocasión perfecta para estrenar “el vestido” y resulta que de acuerdo a nuestros estándares “la ocasión perfecta” jamás llega sin darnos cuenta que cada día es perfecto para vestir de la forma que deseemos… Quizás nunca llegue el día y el vestido termine colgado al mismo tiempo que colgamos los tenis.

Lo más importante y lo que en realidad quería destacar es que, puede que obtener algo pueda darnos placer temporal pero el dar nos permite alcanzar la satisfacción y plenitud duradera, pensamos que es tomando, “teniéndolo todo” lo que nos hace felices pero la felicidad se encuentra al compartir… Haz la prueba!

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