
Tras dos fines de semana llenos de música, glitter, outfits de diseñador y mucha, muchísima energía, Coachella 2025 cerró su edición con récords, sorpresas y una tendencia que no deja de crecer: cada vez más asistentes compran sus boletos… a meses sin intereses. Sí, lo que alguna vez fue un lujo para pocos, hoy se vuelve una deuda planeada para muchos.
Más de la mitad del público usa financiamiento para entrar a Coachella
Según reportes de medios estadounidenses como The Cut y The New York Times, el 60% de los asistentes difiere el costo del pase al festival mediante esquemas de pago en mensualidades ofrecidos por la propia organización. Esto implica no solo pagar el boleto con recargo (41 dólares extra solo por diferir), sino también sumar los gastos de viaje, hospedaje, alimentación y, por supuesto, el outfit digno de Instagram.
En promedio, se estima que un fan que asiste a Coachella gasta mínimo 14 mil pesos mexicanos en todo el viaje. Y eso sin contar los gastos adicionales como merchandising, bebidas, fiestas alternas o mejoras de zona VIP. Pero lo más revelador es que, para muchos, el pago del boleto no se liquida en una sola exhibición, sino que se convierte en una deuda musical a largo plazo.
La experiencia vale cada peso aunque lo sigas pagando todo el año
Aun así, los asistentes parecen más felices que preocupados. La experiencia, aseguran, vale cada centavo, incluso si eso implica meses de ajustes financieros. La moda, el estatus social que genera asistir, y el contenido para redes sociales se han vuelto una moneda de cambio emocional. Ya no solo se paga por ver a tus artistas favoritos, sino por pertenecer a una comunidad global de melómanos que vive por y para la música en vivo.
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Coachella no está solo. Otros festivales en Estados Unidos como Lollapalooza, Electric Daisy Carnival y When We Were Young han adoptado este modelo, ofreciendo esquemas de pago flexibles para garantizar la asistencia del público joven. Incluso en México, eventos masivos han seguido esta tendencia con tarjetas bancarias participantes, convirtiendo los shows en inversiones culturales mensuales.
Coachella y la deuda invisible que mancha el historial crediticio
El lado B de esta tendencia es que muchos jóvenes terminan registrando “deudas fantasma” en sus historiales financieros. ¿El motivo? Comprar ahora y preocuparse después. Y si bien el rock, el pop y la electrónica pueden sanar el alma, no sucede lo mismo con la cartera. Aún así, Coachella continúa siendo el gran sueño de cada primavera, aunque para lograrlo haya que pagarlo como si fuera una pantalla 4K.