Cuando algo va mal, es tan fácil señalar con el dedo. Buscamos inmediatamente a quién culpar, en lugar de asumir muchas veces nuestra responsabilidad en el asunto, o pensar que, todo tiene un por qué…

Culpamos a nuestros amigos. Culpamos a nuestra pareja. Culpamos al que nos cerró el paso en el tráfico esta mañana. Y cuando las cosas están completamente caóticas, quizás hasta culpamos a la vida, creemos que somos víctimas y una mala broma del universo está sobre nosotros.

A veces, nuestra acción de culpar parece totalmente justificada. Si nuestro vuelo es cancelado, culpamos a la aerolínea. Si nuestro teléfono celular no tiene recepción, culpamos a nuestro proveedor de servicio. Si la cena es mala culpamos a quién la preparó o hizo la sugerencia de cenar en ese lugar.

Todo se puede justificar. Pero ¿cómo nos beneficia toda esta acción de culpar? Seguro, se siente bien momentáneamente, es como dejar a un lado la carga, pero ¿de verdad resuelve eso nuestros problemas? ¿Acaso eso repara el hecho de que no tenemos recepción en nuestro teléfono celular? ¿Mejora la calidad de nuestras relaciones? ¿Nos trae más o menos alegría y plenitud?

Normalmente no llegamos a preguntarnos esto jamás… Nos quedamos en la queja, en la justificación, en la victimización y no vemos más allá.

Una de las cosas que he aprendido en los últimos años, es que parte de las razones por las cuales estamos tan propensos a sentir emociones como la ira, la culpa y la frustración es porque estamos obsesionados sólo con una parte película. Estamos enfocados únicamente en la situación en nuestras manos. Pero existe una película mucho más grande, una en la que el universo está en control en este momento, y este momento es una parte muy pequeña de un gran rompecabezas. Pero no vemos más… y olvidamos que el universo está siempre trabajando a nuestro favor, sin importar la situación.

Una gran parte de aplicar espiritualidad en nuestra vida diaria es confiar en el universo, pero no sólo confiar por qué es algo que hemos escuchado toda la vida sino tener certeza, saber que así funciona y que hay algo dentro de todo el caos que no alcanzamos a ver, así en lugar de ubicar a los culpables, acoge la situación con la certeza de que proviene del Universo. ¿Cuántas veces al pasar el tiempo de una crisis nos ha pasado que podemos entenderlo todo? Podemos ver el por qué…

La certeza tiene el poder de transformar la ira y la frustración en aceptación y paz. No sólo eso, esto te inspira a que comiences a buscar la película completa. Ahora, ¡estás trabajando con el universo en lugar de estar peleando contra él!

El culpar sólo te mantiene atascado en un momento. Al simplemente aceptar que todo es para nuestro beneficio, podemos seguir hacia delante de manera proactiva.

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